*Jesús de Nazaret, un amigo de las
mujeres*.
Las
mujeres que siguen a Jesús perciben en él una actitud diferente. No escuchan de
sus labios expresiones despectivas, tan frecuentes en los rabinos. No lo
escuchan exhortando a que vivan sometidas a sus esposos ni al sistema
patriarcal. No hay en Jesús animosidad ni prevención alguna frente a ellas.
Sólo respeto, compasión y una simpatía desconocida.
*Lo que más sorprende de
Jesús es la manera sencilla y natural como va redefiniendo, desde su
experiencia de Dios, el significado de la mujer, echando abajo los estereotipos
vigentes en aquella
sociedad*.
No acepta, por ejemplo, que la mujer sea
considerada ligeramente como fuente de tentación y ocasión de pecado para el
varón. En contra de la tendencia general, nunca previene a los varones de las
artes seductoras de las mujeres, sino que los alerta sobre su propia lujuria
(Mt 5,28). Jesús corrige también, en casa de sus amigas Marta y María, aquella
visión generalizada de que la mujer se ha de dedicar de manera exclusiva a las
tareas del hogar. Marta se afana por acoger con todo esmero a Jesús, mientras
su hermana María, sentada a sus pies,
escucha su palabra (Lc 10,38-42). La mujer no ha de quedar reducida al servicio
de las faenas del hogar. Hay algo mejor y más decisivo a lo que tiene derecho
al igual que el varón: la escucha de la Palabra de Dios.
Jesús reacciona con
audacia frente al doble criterio de moralidad usado para enjuiciar al varón y a
la mujer. La escena es cautivadora (Jn 8,1-11). Traen ante Jesús una mujer
sorprendida en adulterio. No se dice nada del varón. Es lo que ocurre casi
siempre en aquella sociedad machista. Se humilla y se condena a la mujer porque
ha deshonrado a la familia; pero nadie habla del varón. Jesús no soporta esta
hipocresía social construida por los varones. No es verdad que la mujer sea más
culpable que el varón: _"Aquel de
ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra"_. Los
varones se van retirando uno a uno, avergonzados por el desafío de Jesús. Saben
que ellos son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquellos
pueblos. La conclusión es conmovedora: Jesús confía en la mujer y la anima a no
pecar, y de sus labios no brota ninguna condena.
*La imagen de Dios Padre que
ofrece Jesús tiene rasgos entrañables y maternales*. Es un Dios compasivo que
lleva a sus hijos e hijas en sus entrañas, cuida de los más frágiles de la
creación, abraza y besa efusivamente a los hijos perdidos al recuperarlos
vivos.
*Jesús libera y dignifica a la mujer*
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